Una nueva visión global de la energía frente al cambio climático

Imprimir

Por Alieto Aldo Guadagni (Academia Argentina de Ciencias del Ambiente)

Hace 15 años que el Informe Stern alertaba que “el cambio climático es una cuestión urgente y crucial que demanda acciones enérgicas orientadas a reducir las emisiones de gases y que, las demoras en actuar aumentaran los costos futuros para mitigar los efectos negativos”. Lamentablemente tuvo razón Stern ya que el calentamiento global es un preocupante hecho del presente que afecta todas las  poblaciones, y ningún país está fuera de este escenario. No podemos seguir mirando para otro lado y no asumir la realidad, ya que si no se implementan políticas a escala internacional con exigibles compromisos de abatir las emisiones seguiremos acumulando gases, aumentando la temperatura y acelerando los daños ambientales.

Ya en el 2015 el Papa Francisco nos advertía expresando “la humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento global o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan”. Este llamado, expresado en la Encíclica Laudato Si, fue realizado hace seis años, pero aún no ha sido tomado en cuenta de una manera efectiva, ya que seguimos estando en presencia de una tendencia creciente de desastres ambientales como incendios, sequias, tormentas e inundaciones, esta tendencia esta globalizada ya que viene afectando a todos los países. Es preocupante no solo que sigan creciendo las emisiones contaminantes, sino que no haya una firme expresión política de todos los países que padecerán importantes daños en el futuro, pareciera que estamos distraídos respecto a esta amenaza real y la creciente cantidad de desastres ambientales. Crecen las emisiones y también aumentan la temperatura y los daños ambientales con grandes perjuicios a las personas y un importante costo económico. Sin la posibilidad de hacer cumplir los acuerdos internacionales será difícil evitar que las emisiones sigan creciendo como hasta ahora, enfrentamos un problema global que exige una solución global, que no se solucionara por el mero agotamiento de las reservas de fósiles. Nunca hubo en el planeta tanto carbón, petróleo y gas como hoy,

La reciente alerta del Grupo Intergubernamental de Expertos Climáticos (IPCC-Naciones Unidas)

Los países retrasaron tanto la reducción de sus emisiones de combustibles fósiles que ya no pueden evitar que el calentamiento global se intensifique en los próximos 30 años, aunque todavía hay una ventana para evitar un futuro más preocupante, según sostiene el informe publicado en el mes de agosto de este año por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC). Hemos calentado la Tierra al quemar carbón, petróleo y gas para obtener energía. No hay dudas que el futuro será caluroso, cuanto más dependerá de la vigencia o no de nuevas políticas ambientales, particularmente en energía. Pero eso, según IPCC, es solo el principio, aun si los países comenzaran a reducir drásticamente sus emisiones, el calentamiento global probablemente aumentaría alrededor de 1,5 grados en las próximas dos décadas, un futuro más caluroso que ya está prácticamente asegurado. Según el IPCC, con 1,5 grados de calentamiento los peligros aumentan, casi 1000 millones de personas en todo el mundo podrían sufrir olas de calor más frecuentes que pondrían en peligro su vida. Cientos de millones más tendrían que luchar por el agua debido a las graves sequías. Algunas especies animales y vegetales que hoy en día viven, desaparecerán. Los arrecifes de coral, que sustentan la pesca en amplias zonas del planeta, sufrirán con mayor frecuencia muertes masivas. Pero no todo está perdido y la humanidad aún puede evitar que el planeta se caliente aún más. Para ello es necesario un esfuerzo globalmente coordinado entre los países para dejar de añadir dióxido de carbono a la atmósfera en torno al año 2050, lo que implicaría un rápido abandono de los combustibles fósiles a partir de ahora, así como la eliminación de grandes cantidades de carbono del aire. Si esto ocurriera, el calentamiento global se detendría y se estabilizaría en torno a los 1,5 grados Celsius, sostiene el informe de IPCC.

El informe de IPCC expresa que aún es posible evitar los peores escenarios si se reducen las emisiones de forma rápida alertando que el clima está cambiando en todo el planeta a una escala sin precedentes. Algunos de esos cambios serán irreversibles por miles de años. Pero también es cierto que “una reducción enérgica y duradera de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero pueden limitar la magnitud del cambio climático”.

Las concentraciones de CO2 en la atmósfera fueron en 2019 más altas que en cualquier momento en los últimos 2 millones de años, y desde 1970 la temperatura en la superficie de la Tierra ha aumentado de manera más rápida que en cualquier otro período en al menos 2.000 años., por eso se prevé que continúe la liberación del carbono almacenado en los suelos helados (permafrost) a medida que se deshielen. Hay la certeza de que continuará la pérdida de hielo en las capas heladas de Groenlandia y probablemente también en las de la Antártida. Las áreas costeras verán un aumento continuo del nivel del mar durante el siglo XXI, lo que contribuirá a provocar inundaciones. Se prevé que las precipitaciones y los sucesos asociados a inundaciones serán más intensas y frecuentes en las islas del Pacífico, De la misma manera, diversas regiones en África, Sudamérica y Europa experimentaran un incremento en la frecuencia y la severidad de las sequías. En unos 12 años, la humanidad habrá arrojado a la atmósfera tal volumen de emisiones de CO2 que las concentraciones acumuladas impedirán limitar el calentamiento a los objetivos climáticos marcados por el Acuerdo de París (un aumento de 1,5 º C). Dos tercios de las emisiones de CO2 proceden de la quema de los combustibles fósiles, mientras que el resto se deben a los cambios del uso de suelo o la reforestación, entre otros factores.

Una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero permitiría limitar el cambio climático Si queremos estabilizar el clima será necesario reducir de forma sustancial, rápida y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero para finalmente lograr cero emisiones de CO2. Asimismo, limitar otros gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos, especialmente el metano, podría ser beneficioso tanto para la salud como para el clima. El informe del IPCC subraya que limitar el aumento de la temperatura requiere «una acción urgente y drástica», ya que si no las temperaturas globales de la superficie «seguirá aumentando hasta al menos mediados de siglo en todos los escenarios de emisiones considerados». Cuanto más se calienta el planeta, mayores son los riesgos de cruzar peligrosos “puntos de inflexión”, como el colapso irreversible de las inmensas capas de hielo de Groenlandia y la Antártida.

Este informe, basado en más de 14.000 estudios, es el resumen más completo hasta la fecha de la ciencia física del cambio climático. Será un punto central cuando las naciones se reúnan en noviembre en la cumbre de la ONU en Glasgow para discutir cómo intensificar sus esfuerzos para reducir las emisiones, ya que las políticas actuales de los principales países contaminantes siguen estando lejos de alcanzar esa meta. El nuevo informe no deja lugar a dudas de que el ser humano es responsable del calentamiento global, y concluye que prácticamente todo el aumento de las temperaturas medias globales desde el siglo XIX ha sido impulsado por las naciones que queman combustibles fósiles, talan los bosques y cargan la atmósfera con gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano. Los niveles atmosféricos de dióxido de carbono no han sido tan altos en al menos dos millones de años. Hasta ahora las políticas de los gobiernos harán que el mundo se caliente unos 3 grados centígrados a finales de siglo. Por esto es necesario que se formulen nuevos compromisos más ambiciosos, más allá de lo que convinieron en el acuerdo internacional sobre el clima pactado en París en 2015.

Aumentar los compromisos de reducción de las emisiones que causan el cambio climático es importante pues hasta ahora los científicos no habían sido tan categóricos. Ya no hay ninguna duda de que la humanidad está detrás del calentamiento y cada vez son más las pruebas de la relación del aumento de las temperaturas con fenómenos extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales. El Secretario General de la ONU dijo que este era nada menos que «un código rojo para la humanidad. Las señales de alarma son ensordecedoras y las pruebas son irrefutables«. António Guterres señaló que el umbral de calentamiento global acordado internacionalmente de 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales estaba «peligrosamente cerca».

Hacia una energía “limpia” que no contamine la Tierra.

La energía es la principal fuente de las emisiones anuales de gases contaminantes, por esta razón eliminar estas emisiones de origen energético antes del 2050 es clave para evitar que la temperatura suba más de 1,5C esto requerirá, según el reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía (“Net Zero by 2050), una transformación integral de la producción, el transporte y la utilización de la energía. En el 2030 la economía mundial será 40 por ciento mayor, pero el consumo total energético deberá ser 7 por ciento menor, el escenario previsto para el 2050 plantea un gran desafío ya que el PBI mundial será 150 por ciento mayor y habrá 2000 millones más de personas en la Tierra. Esto exigirá más inversiones en energías menos contaminantes como el hidrógeno y en tecnologías para reducir el consumo energético por unidad de PBI y en captura y almacenaje de CO2. Todo esto implica que no habrá necesidad de nuevas inversiones para aumentar la producción de los tres fósiles contaminantes (carbón, petróleo y gas), ya que según la AIE, para evitar que la temperaturas aumenten más de 1,5C hacia el 2050 la producción de carbón debería ser un 89 por ciento menor a la de hoy, la de petróleo 76 por ciento menos y la de gas 56 por ciento también menos. Estas reducciones en la producción deberían comenzar ya, por ejemplo en esta década la producción de carbón debería caer 53 por ciento, la de petróleo 21 por ciento y la de gas (la menos contaminante) 6 por ciento. Por su parte las energías limpias deberían ser alrededor de 4 veces mayor a las actuales, lideradas por las energías solar, eólica e hidráulica que deberían multiplicar su producción nada menos que 8 veces entre hoy y el 2050. Hay que destacar que la reducción prevista por la AIE en las emisiones fósiles se estima mayor a esta reducción en la producción de los combustibles fósiles, por la implementación de técnicas de captura y almacenaje.

La economía del cambio climático

En la mayoría de los casos el costo por los efectos negativos del cambio climático no se incluye en las decisiones económicas, ya que los efectos negativos del cambio climático no forman parte de la evaluación del costo-beneficio de las decisiones económicas. Es decir las enormes y crecientes consecuencias del cambio climático están fuera de las cuentas que deciden las opciones de desarrollo e inversión, pues no se ha incluido el costo de los efectos del creciente deterioro ambiental. Esta externalidad negativa, de alcance global, afecta directamente la vida en la Tierra que es un bien público global. El reconocimiento o la negación de esta externalidad es crucial a la hora de tratarla. Transferir, minimizar y eludir la carga de la externalidad del cambio climático viene afectando, desde ya muchos años, no solo las numerosas negociaciones internacionales, sino también la política climática de las naciones. Tengamos presente que una fracción de los beneficios financieros de la producción de combustibles fósiles, corresponde a esta creciente externalidad negativa que año a año viene deteriorando nuestra Tierra.

Antes de la conferencia sobre el clima COP26, que se celebrará en Glasgow en noviembre, todas las naciones deberían reforzar sus promesas de revertir el calentamiento global, con planes concretos y mejorados. Ya no hay ninguna duda de que la humanidad está gravemente amenazada por el calentamiento global y cada vez son más las pruebas de la relación del aumento de las temperaturas con fenómenos extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones. Esperemos que se cumplan las promesas más recientes, como el compromiso de Biden de eliminar las emisiones de CO2 de Estados Unidos para 2050, o la promesa de China de ser neutral en cuanto a las emisiones de carbono para 2060.