No nos queda mucho tiempo

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Por Alieto Aldo Guadagni (Academia Argentina de Ciencias del Ambiente)

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) nos alerta que “Los fenómenos meteorológicos extremos, junto con la COVID‑19, están asestando un golpe por partida doble”. Los indicadores climáticos y los impactos ponen de relieve el avance del cambio climático, el aumento de los fenómenos extremos y los graves daños que perjudican a muchos países. La OMM también nos alerta por el periodo 2021-2025 indicando que es probable que la temperatura sea más cálida que la del pasado reciente, por esto no debe sorprender el hecho que en muchas regiones del mundo se están registrando en este año grandes daños ambientales.

En Europa, en las últimas semanas han ocurrido grandes inundaciones en Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Austria, consecuencia de unas lluvias torrenciales nunca vistas, que han dejado inundaciones con cientos de muertos, desaparecidos y grandes daños. El Servicio Meteorológico Nacional de Alemania informó que, en solamente dos días en julio, cayeron precipitaciones en una cantidad equivalente a la que suele registrarse en dos meses. En la parte central de China, también han tenido lugar grandes  inundaciones. En algunas zonas de la provincia de Henan se acumularon, entre el 17 y el 21 de julio, más precipitaciones que la media anual. En Zhengzhou, en el espacio de seis horas se registró un volumen de precipitaciones equivalente a la mitad de su precipitación anual.

«Cada vez más, los episodios de lluvias intensas llevan la huella del cambio climático. A medida que la atmósfera se calienta retiene más humedad, lo que significa que lloverá más durante las tormentas, aumentando así el riesgo de inundaciones», explica el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

En Norteamérica, desde principios de julio han vivido una ola de calor sin precedentes en los registros, con temperaturas de hasta 50ºC, que ha provocado colosales incendios en los estados de California y Oregón, que han calcinado cientos de miles de hectáreas, arrasado viviendas y provocado la evacuación de miles de personas. Pero también en Canadá, donde llegaron a declarase más de 400 fuegos en las provincias de Ontario y Columbia Británica, ocasionando también la evacuación de miles de personas, tras el registro de temperaturas inusualmente altas desde finales de junio.

Los efectos del cambio climático se están dejando notar, asimismo, en Centroamérica, donde las sequías están provocando ya migraciones climáticas hacia el norte o en la Amazonía, donde los incendios, recurrentes en las últimas temporadas estivales, están alterando el clima de la región.

La directora del Programa de la ONU para el Medio Ambiente Msuya Joyce cree que «después de años de promesas, pero no de acciones suficientes, los eventos climáticos extremos son advertencias de que tenemos que ponernos por encima de esta crisis que amenaza nuestro futuro colectivo».

El retroceso económico del año pasado redujo temporalmente el flujo de emisiones de gases de efecto invernadero, pero no tuvo impacto en las concentraciones acumuladas de gases contaminantes .que siguieron creciendo, por esta razón continuo el aumento de las temperaturas terrestres y oceánicas. Al actual ritmo de crecimiento de las emisiones acumuladas en menos de dos décadas la Tierra cruzaría el limite para no sufrir un aumento de la temperatura mayor a 2 C”.

Un tributo global para cambiar la matriz energética

Estas evidencias justifican que el FMI ahora sostenga que las emisiones contaminantes de CO2 y otros gases deberían disminuir por lo menos la cuarta parte en la próxima década, si es que queremos que la temperatura no aumente más de 2 grados C. Para lograr este importante objetivo es eficaz la adopción de un impuesto internacional a estas emisiones. Es necesario que las energías y las actividades contaminantes signifiquen a su causante un costo financiero, impulsando así el crecimiento de las energías limpias y también de las innovaciones tecnológicas que apunten a reducir el consumo de energías contaminantes.

Los tributos a la contaminación, que ya están implementando varios países, pueden contribuir a la reducción de impuestos distorsivos y a la generación de recursos para ser aplicados a la compensación a los países y sectores socialmente vulnerables por el aumento en sus costos. También se hace factible orientar la actividad económica por un nuevo camino verde, aplicando nuevos recursos a la inversión en infraestructura, transporte y actividades ecológicamente sustentables.

Para transitar  hacia la eliminación de las emisiones contaminantes el FMI propone complementar ahora el Acuerdo de Paris (2015) con la adopción de un “precio mínimo a las emisiones de CO2”. El acuerdo para avanzar hacia un tributo universal a las emisiones debería ser encabezado por aquellas naciones que lideran las emisiones mundiales.

Aplicación del impuesto a las emisiones de CO2

Esta propuesta del FMI apunta a abatir las emisiones globales entre un cuarto y la mitad en la próxima década. La propuesta se centra inicialmente en los grandes emisores, indicando que China, EEUU, India y la UE son responsables de 2/3 de las emisiones globales. Si se incluye a todos los países del G20 la propuesta cubre el 85 por ciento de las emisiones en la próxima década. Tener presente que China y Estados Unidos emitirán la mitad del total mundial a fines de esta década. Una vez aplicado este tributo a los grandes emisores se podría aplicar gradualmente al resto de las naciones. El impuesto propuesto por tonelada de CO2 seria inicialmente de 75 dólares en países de ingresos altos, 50 dólares en países de ingresos medios y de 25 en países de ingresos bajos.

Este tributo puede ser aplicado gradualmente por las naciones que no son de ingresos altos, para evitar un desvío artificial de las nuevas inversiones a países que no adoptan medidas para reducir la utilización de combustibles fósiles contaminantes, por eso es necesario un sistema coordinado de aplicación universal. Este tributo a las emisiones estimularía un acelerado proceso de disminución en la utilización de fósiles contaminantes, mejorando así las metas fijadas en función de lo resuelto en el Acuerdo de Paris (2015).

Es necesario iniciar sin demoras una acelerada transición energética que signifique que hacia mediados de este siglo se reduzcan casi en su totalidad las emisiones de CO2 originadas por el accionar humano, esto debe abarcar no solo a los combustibles fósiles sino también a la deforestación. Poner un precio a las emisiones no solo es eficaz sino también necesario para lograr este objetivo.

Hacia un compromiso urgente e inequívoco en Glasgow

Los países del G20, en su reunión en Italia (julio 2021) no concretaron un acuerdo efectivo para limitar el calentamiento global a 1,5C. Por esta razón el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, exigió a los países del G20: “Más ambición en la lucha contra el cambio climático, ya que el mundo necesita urgentemente un compromiso claro e inequívoco”.

Es indispensable presentar, con antelación al 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes que se celebrará en Glasgow en noviembre, nuevos planes nacionales sobre el clima que sean más ambiciosos, en virtud de los cuales se reduzcan, de manera colectiva y a más tardar en 2030, las emisiones mundiales en un 45 % respecto de los niveles de 2010. Todos los países deben comprometerse a eliminar totalmente las emisiones a más tardar en 2050. No hay tiempo que perder, el clima está cambiando y los impactos ya son demasiado perjudiciales para las personas y el planeta.