Las urgentes decisiones energéticas sobre el cambio climático

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Por Alieto Aldo Guadagni (Academia Argentina de Ciencias del Ambiente)

La Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático se realiza cada año y se trata de la máxima reunión de los órganos de negociación del régimen internacional de cambio climático.

En 1995 tuvo lugar en Berlín, convocada por Naciones Unidas, la primera reunión denominada COP-1 con el propósito de acordar internacionalmente medidas tendientes a disminuir las emisiones contaminantes de CO2 y otros gases. En ese año las emisiones de CO2 llegaban a un nivel que es muy inferior al registrado posteriormente en 2019, año en el cual tuvo lugar en Madrid la COP-25, cuando estas emisiones fueron 55 por ciento mayores a las del año 1995.

Año a año nos venimos acercando, de una manera cada vez más acelerada a los valores críticos que no deben ser sobrepasados por las emisiones contaminantes de carácter global, es decir que afectan a toda la Tierra. Cuando tuvo lugar la COP-1 en 1995 los gases contaminantes CO2 que rodean la Tierra llegaban, según el Observatorio de Mauna Loa (EEUU) a 360 ppm. Estos gases ya llegan en el mes de mayo de este año a 420 ppm. Según los Paneles Científicos de Naciones Unidas la barrera critica que no debe ser cruzada es de apenas a 450 ppm.

No hay que confundir flujo anual de emisiones contaminantes, que en el año 2020 disminuyeron debido a la gran recesión productiva mundial, que incidió negativamente en el consumo de energía fósil, con el stock acumulado en la atmosfera de nuestra Tierra que sigue creciendo de una manera sostenida. El CO2 emitido permanecerá en la atmosfera por centenares de años, esto explica por qué es urgente comenzar ya a reducir las emisiones mediante el desarrollo de las energías renovables “limpias”, en el marco de una política energética que sea más eficiente mediante la reducción del consumo energético por unidad de PBI.

Por muchos años Estados Unidos lidero las emisiones mundiales, por esta razón en el año 2007 Kevin Watkins, director de Desarrollo Humano de Naciones Unidas expreso “si los habitantes del mundo en desarrollo hubieran generado emisiones de CO2 por habitante al mismo ritmo que los norteamericanos, necesitaríamos la atmosfera de nueve planetas”. Pero ahora el mundo es distinto ya que año a año se viene afianzando el liderazgo chino en la evolución de las emisiones contaminantes. Es así como en el 2019 estas emisiones en China representaban nada menos que el 27 por ciento de las emisiones totales (es decir CO2 mas los otros gases contaminantes y más los efectos negativos de la deforestación).

Los 4 países en desarrollo (China, India, Indonesia y Brasil) que lideran el flujo anual de emisiones totales ya representaban en el año 2019 el 40 por ciento de las emisiones totales. Por su parte los tres industrializados que más contaminan son Estados Unidos, Unión Europea y Japón, pero las emisiones anuales de estos tres son la mitad del caso anterior, es decir apenas 20 por ciento del flujo mundial. Este predominio de las emisiones de las grandes naciones en desarrollo continuara en los próximos años ya que el PBI de estos países viene creciendo más rápido que el de los grandes países industrializados.

El crecimiento de las emisiones chinas desde 1990 ha modificado el mapa mundial de la contaminación, ya que en el año 1990 dichas emisiones representaban apenas la quinta parte de las emisiones de todos los países miembros de la OECD. El crecimiento del PBI chino ha sido tan veloz y significativo que ya China emitía en el 2019 más gases que todos los países de la OECD.

Es importante prestar atención a la evolución de las emisiones contaminantes por habitante, en 1990 las emisiones por habitante en China eran apenas equivalentes a la cuarta parte de las emisiones del conjunto de países de la OECD; pero en el 2020 estas emisiones por habitante en China ya eran ligeramente mayores al conjunto de los países de la OECD con la excepción de los Estados Unidos, ya que en este país las emisiones por habitante eran nada menos que 74 por ciento mayores a las emisiones por habitante en China.

Recordar que por cada habitante en Estados Unidos había en el 2020 nada menos que 4,3 en China, India tiene una población un poco menor a la China por esta razón es importante destacar que en ambos países vive el 36 por ciento de la población mundial, mientras que sus emisiones anuales son 33,6 por ciento del total mundial.

La gran expansión de las energías renovables está siendo un desarrollo positivo desde el punto de vista ambiental. La expansión de la capacidad instalada de estas energías limpias ha sido el año pasado la mayor de las últimas dos décadas, como informa la Agencia Internacional de Energía. El incremento en la capacidad instalada en renovables creció 45 por ciento el año pasado, siendo esto un récord. El sector que más creció fue la energía eólica, ya que el aumento en su capacidad instalada en el 2020 ha sido 90 por ciento mayor al del año 2019. Es un hecho que podemos destacar ya que el consumo mundial de carbón, petróleo y gas retrocedió por la pandemia en el 2020. China lidera la expansión en la capacidad instalada “limpia”, ya que fue responsable por el 80 por ciento en el incremento en capacidad instalada en energía eólica y solar.

Debe ser mencionado el hecho que, a pesar de la recesión global del año 2020, se registraron 3 millones de nuevos autos eléctricos, cantidad que es un 41 por ciento mayor a la del año 2020. Por su parte la industria automotriz convencional redujo su producción un 16 por ciento. También es positivo el hecho que los automóviles eléctricos podrían ser más baratos de producir que los vehículos convencionales que funcionan con combustibles fósiles en los próximos años. Si se adoptan regulaciones de emisiones más estrictas para la industria automotriz es probable que los vehículos  eléctricos lleguen a liderar esta industria a fines de esta década.

Ya se está también considerando la importante oportunidad que podría significar la utilización del gran potencial energético del hidrogeno, por ejemplo, en actividades como la industria automotriz. En 2019 funcionaban en las rutas 12 mil vehículos que utilizaban hidrógeno, las metas fijadas por algunos gobiernos indican una producción de nada menos que 2,5 millones en el año 2030.

Un paso importante para crear condiciones económicas más favorables a todas las formas de energías limpias, sería la implementación global de una nueva política tributaria que sea eficaz para el control de las emisiones contaminantes fijando tributos a cargo de quienes generan estas emisiones. Hace tiempo que el FMI viene planteando esta propuesta, que además de desalentar la producción de fósiles generaría importantes recursos tributarios que podrían ser aplicados a la promoción de las nuevas formas energéticas sin contaminación.

Cuando se celebre la próxima COP-26 en noviembre de este año en Glasgow (Escocia) habrán pasado nada menos que 26 años desde la COP-1 celebrada en Berlín en 1995, han sido muchos años sin importantes avances globalmente decididos. Ya no nos queda más tiempo sin implementar acuerdos globales que cuiden nuestra “Casa Común”.