Hacia un futuro sin contaminación

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Por Alieto Aldo Guadagni
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

Las evidencias científicas son contundentes, ya no hay dudas que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta y al crecimiento de los daños ambientales. Estas emisiones son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la deforestación.

Veamos, a título de ejemplo, que está ocurriendo este año en nuestra Tierra:

  • En Sodankylä, localidad finlandesa en el Ártico, el termómetro del día 18 de julio marcó 32,3 ºC, el valor más alto desde que se llevan registros (1908) y nada menos que 12 ºC por encima del promedio histórico de dicho mes.
  • La ola de calor está superando récords en casi todo el planeta. Mayo fue el mes más caluroso en los últimos 100 años en Noruega.
  • También se registraron temperaturas récord en Pakistán, Hong-Kong y Japón.
  • Japón declaró al aumento de la temperatura de este año un “desastre natural”.
  • En Suecia en el mes de julio la temperatura fue la más alta desde que se llevan registros.
  • En Estados Unidos el mes de mayo fue el más caluroso registrado.
  • En Agosto se registran temperaturas de hasta 47 grados en Portugal, uno de los países más afectados, junto con España, Italia y Grecia.
  • Los incendios forestales afectaron 80.000 hectáreas en Siberia.
  • En los últimos meses el fuego causó 91 muertes en Grecia y 114 en Portugal.
  • El hielo en los Grandes Lagos de los Estados Unidos se viene reduciendo desde 1970, creando cada vez más problemas a los ecosistemas y a la población.
  • En la India el calor está registrando en estos meses sus valores más altos desde que se llevan registros. El aumento en la temperatura está afectando a los monzones, hecho que podría causar un quebranto económico de casi 3 por ciento del PBI en las próximas décadas y perjudicando directamente a 600 millones de personas.
  • En los últimos 25 años se triplicó la velocidad de aumento del deshielo en la Antártida. Este deshielo hasta ahora aumentó el nivel del mar 8 centímetros. El deshielo de toda el agua ahora congelada podría eventualmente causar en el futuro un aumento en el nivel del mar de más de medio metro.
  • En España, en este mes de Agosto, nada menos que 31 provincias se encuentran en alerta por las altas temperaturas, que podrían alcanzar los 45 grados en varias ciudades de la península. El riesgo de incendios es ahora muy alto en Andalucía, Castilla-La Mancha, León, Cataluña, Valencia, Murcia, Ibiza, Canarias y Baleares. Además, está aumentando el índice de radiación ultravioleta con el consiguiente aumento en las quemaduras en la piel.
  • Indonesia, Filipinas, el norte de Brasil, Venezuela, Sri Lanka, el sur de la India, Nigeria y gran parte del oeste de África soportarán olas de calor durante más de 300 días en el año.
  • En los últimos meses se registraron hechos climáticos que implicaron grandes costos en los Estados Unidos. El valor económico de estos daños fue en el año 2017 el más alto registrado.
  • En Grecia los recientes incendios dejaron 88 muertos, mientras en Japón hubieron 200 muertos por inundaciones.
  • El aumento de la temperatura está destruyendo los cedros del Líbano.
  • El aumento en el nivel del mar está amenazando a las Islas Salomón.

Las temperaturas más altas en nuestro planeta se registraron en años recientes (2015, 2016 y 2017); la Organización Meteorológica Mundial estima que en este año 2018 se podría batir el récord de alta temperatura. Esta amenaza ambiental de carácter global no se solucionará simplemente por el agotamiento de las reservas de recursos fósiles. Nunca hubo en el planeta tanto petróleo y gas como hoy. Respetar los límites impuestos por el riesgo del cambio climático exigirá renunciar a utilizar la totalidad de las reservas comprobadas. El consumo creciente de combustibles fósiles juega un papel preponderante en el incremento de este tipo de emisiones, que antes de la Revolución Industrial eran casi nulas.

El cambio climático es un hecho global con un gran impacto negativo que irá aumentando año a año, dado el nivel de crecimiento de las emisiones observado desde mediados del siglo XIX. Según CEPAL, las actuales emisiones contaminantes a nivel mundial son de 6 toneladas por habitante. Estabilizar el clima en un aumento no superior a 2 grados centígrados de temperatura en 2030 implica reducir estas emisiones a apenas 2 toneladas por habitante. Por esta razón es importante que las inversiones en infraestructura que hoy se están realizando (transporte, industrias, construcción, urbanización) que, probablemente estarán vigentes en las próximas décadas, sean consistente con esta importante exigencia sobre la reducción de emisiones por habitante en los próximos años.

Desde el punto distributivo es evidente que existe una gran desigualdad de carácter regresivo, ya que los estratos sociales con ingresos más altos generan mayores emisiones por habitante respecto a los sectores más humildes. Este hecho es obvio y está directamente vinculado a los distintos niveles de consumo. Al mismo tiempo, las personas de menores ingresos son las más afectadas por el cambio climático ya que, por ejemplo, viven en áreas geográficas fácilmente inundables y expuestas a otros fenómenos climáticos extremos.

Estamos en presencia de una enorme externalidad negativa muy particular, porque es de carácter global y no local. Esto exige un enfoque institucional también de carácter global, definido mediante las negociaciones internacionales. La manera más eficaz de reducir las emisiones contaminantes podría ser la imposición de un tributo universal a esta externalidad también universal. Este tributo podría integrarse con los actuales impuestos a los combustibles que ya existen en muchos países, si bien con niveles de tributación muy dispares. De acuerdo con las últimas estimaciones del FMI sobre la magnitud económica de esta externalidad negativa el tributo debería ser de 70 dólares por tonelada de emisión de dióxido de carbono hacia el año 2030. Este impuesto haría subir el precio de la gasolina en 15 centavos de dólar por litro, además triplicaría el actual precio del carbón (vale remarcar que es el combustible fósil más contaminante en términos comparados).

Esta imposición de tributos a las emisiones debería complementarse con una reducción de aquellos subsidios energéticos que estimulan aún más el consumo de combustibles contaminantes. El FMI estima que una tarificación eficiente de la energía hubiera reducido las emisiones mundiales de carbono en más de 20 por ciento en el año 2013, disminuyendo así drásticamente muchos daños ambientales, generando al mismo tiempo una recaudación fiscal adicional en el orden del 4 por ciento del PBI global. Este recurso financiero adicional podría haber sido dedicado a la promoción de las nuevas energías limpias, las inversiones en modernas infraestructuras no contaminantes y estímulos al desarrollo de procesos de captura y almacenaje del CO2, o simplemente a la reducción de impuestos regresivos e impuestos al trabajo.

El cambio climático es la consecuencia directa de un proceso de desarrollo a partir de la Revolución Industrial, que dio lugar a un tipo de producción y consumo de energías contaminantes, ya que no se aplicaron los mecanismos adecuados para internalizar en el sistema de precios las grandes externalidades negativas de carácter global. Enfrentar ahora la amenaza climática exige una solución global, también es evidente que el creciente riesgo causado por más emisiones globales plantea la necesidad de una autoridad global, ya que está comprometido un importante bien común global.

Hay que tener presente que los gases que hoy se emiten permanecerán en la atmósfera por un gran número de años. El futuro del planeta depende hoy de la capacidad de la humanidad para diseñar instituciones y reglas económicas de carácter mundial, involucrando así a las casi 200 naciones firmantes del Acuerdo de París. No está quedando mucho tiempo para enfrentar este problema, ya que al actual ritmo de acumulación de CO2 en la atmosfera en apenas 20 años habríamos cruzado la barrera crítica de 450 ppm de gases acumulados alrededor de nuestra Casa.