Nuestro futuro se decide en Glasgow
Por Alieto Aldo Guadagni (Academia Argentina de Ciencias del Ambiente)
Desde 1995 (COP-1) , o sea desde hace ya 26 años las Naciones Unidas han venido convocando a casi todas las naciones a las reuniones dedicadas exclusivamente a la amenaza del cambio climático, pero los resultados efectivos han sido mínimos. La reunión de este año, denominada COP 26, se realizará en Glasgow (Escocia) en el mes de octubre. El tema a ser encarado este año es definir los compromisos y acciones requeridas para respetar la meta de no cruzar la barrera de un aumento de la temperatura global mayor a 1,5 C. John Kerry, representante de los Estados Unidos en esta COP 26 ha expresado que “esta es ya la última oportunidad de acordar un firme abatimiento de las emisiones globalmente contaminantes”.
Es evidente que los costos y riesgos asociados con el calentamiento global han sido subestimados por las naciones desde hace mucho tiempo. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ahora nos alerta que la enfermedad por el coronavirus no retrasó el avance implacable del cambio climático, destacando que aún no hay indicios de un crecimiento más ecológico ya que las emisiones de dióxido de carbono están aumentando de nuevo rápidamente luego de una disminución pasajera debida a la desaceleración de la economía y no se acercan en absoluto a las metas requeridas de reducción.
Las concentraciones de gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera crecen día a día y así condenan al planeta a un peligroso calentamiento futuro, según se desprende del nuevo informe Unidos en la Ciencia 2021, elaborado por diversos organismos de las Naciones Unidas.
La temperatura media mundial durante los últimos cinco años fue una de las más altas jamás registrada. De acuerdo con la OMM, es cada vez más probable que las temperaturas superen temporalmente el crítico umbral de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales en los próximos cinco años. El aumento de las temperaturas a nivel mundial provoca fenómenos meteorológicos extremos devastadores en todo el planeta, cuyos efectos en las economías y las sociedades son cada vez más graves. Se han perdido miles de millones de horas de trabajo solo a causa del calor. Según se previene en este informe, aun con la adopción de medidas más ambiciosas encaminadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el nivel del mar seguirá aumentando y constituirá una amenaza para las islas de baja altitud y las poblaciones costeras de todo el mundo.
La temperatura media global en superficie correspondiente al período 2017‑2021 (basada en los datos recopilados por la OMM hasta julio) se encuentra entre las más cálidas jamás registradas y, según se estima, equivale a entre 1,06°C y 1,26°C por encima de los niveles preindustriales (1850‑1900).En 2021 se observaron fenómenos meteorológicos y climáticos extremos de efectos devastadores; el calor extremo excepcional en América del Norte y las crecidas en Europa Occidental fueron señales inequívocas del cambio climático causado por las actividades humanas.
Según la OMM en los últimos 50 años se ha producido, en promedio, un desastre diario provocado por peligros meteorológicos, climáticos o hidrológicos que se ha cobrado la vida de 115 personas y ha ocasionado pérdidas diarias por valor de 202 millones de dólares. En ese período de 50 años, el número de desastres se ha quintuplicado, impulsado por el cambio climático y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Las pérdidas económicas se multiplicaron por siete desde la década de 1970 hasta la de 2010. Las pérdidas declaradas entre 2010 y 2019 (383 millones de dólares diarios de promedio) fueron siete veces superiores a las registradas entre 1970 y 1979 (49 millones de dólares). La causa más frecuente de los daños fueron las tormentas, que provocaron las pérdidas económicas más cuantiosas en todo el mundo.
«La cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos está aumentando, y esos episodios serán más frecuentes y graves en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático», afirma el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas. «Esto significa más olas de calor, sequías e incendios forestales como los observados recientemente en Europa y América del Norte. El número de días de calor extremo por año, cuando las temperaturas alcanzan los 50º C, se han duplicado desde 1980, cuatro décadas pasadas. Entre 1980 y 2009, las temperaturas superaron los 50º C unos 14 días al año en promedio, cifra que aumentó a 26 días entre 2010 y 2019.
Abatir el consumo de carbón, petróleo y gas, es indispensable para comenzar ya sin demoras a reducir los gases contaminantes en nuestra atmósfera. Los tributos a estos fósiles contaminantes son incentivos indispensables, capaces de reorientar las inversiones energéticas hacia las tecnologías “limpias”, proceso indispensable para una rápida reducción en las emisiones. Existen numerosas iniciativas que procuran orientar estos nuevos y potencialmente importantes recursos fiscales no solo hacia estas nuevas tecnologías, sino también con un sentido socialmente inclusivo apuntando a la reducción de la pobreza y la indigencia en muchas naciones.
En la actualidad, según el FMI, existen ya más de 60 programas fiscales de alcance regional, nacional y subnacional, que apuntan a la reducción de las emisiones. En los últimos meses esto está ocurriendo en China y Alemania, mientras la Unión Europea acaba de aumentar a 50 euros el precio de la emisión de 1 tonelada de CO2. Por su parte Canadá anuncio que este precio subirá a 170 $CAN la tonelada hacia el 2030. Pero todo esto es aun globalmente insuficiente, ya que estos tributos apenas cubren la quinta parte del total de las emisiones mundiales y en promedio llegan a apenas 3 dólares la tn. Están muy lejos del objetivo de 75 dólares la ton, requeridos para abatir las emisiones y no cruzar la crítica barrera de 2 C.
Un impuesto de alcance global como este debe ser coordinado internacionalmente, a fin de evitar la competencia “desleal” de quienes no lo implementen, con este propósito el FMI sugiere un precio mínimo de 75 dólares la ton en las economías avanzadas, 50 dólares para naciones emergentes (como China) y 25 dólares para países de bajos ingresos por habitante (como India). Para que este acuerdo internacional sea relevante debe contar por lo menos con la aprobación de Canadá, China, UE, India, Reino Unido, y Estados Unidos.
Si no se concreta un acuerdo globalmente efectivo en esta reunión en Glasgow (Escocia) en octubre, que apunte a una implementación internacional de esta iniciativa fiscal, es probable que, como destaca Ian Parry, la Unión Europea implemente – como ya anunció – ajustes impositivos a sus importaciones desde países sin este tipo de tributo. Este escenario no es alentador para el comercio internacional.
El tiempo se está agotando, por esta razón para que esta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático sea un punto de inflexión, ”todos los países deben comprometerse a alcanzar las cero emisiones netas, a más tardar, en 2050, con el respaldo de estrategias concretas a largo plazo y mejores contribuciones determinadas a nivel nacional en virtud de las cuales se reduzcan, de manera colectiva y a más tardar en 2030, las emisiones mundiales en un 45% respecto de los niveles de 2010”, como afirmó Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas.