Datos para una vida mejor

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Por Nora C. Luzi (UNLP-PNUD)

Las tecnologías digitales (TD) afectan gran parte de la vida humana. Si bien emergieron luego de la Segunda Guerra Mundial, el proceso se aceleró sensiblemente con la aparición de internet en los años 90, junto a los teléfonos celulares y otras tecnologías. La velocidad en los avances incluye la capacidad y rapidez del procesamiento de datos y la convergencia de distintas tecnologías mientras los costos continúan decreciendo (World Development Report 2021).

Hoy en día, no caben dudas que los datos digitales son una fuente de alto valor económico y las plataformas digitales son actores económicos influyentes. La automatización robótica con mejores sensores y softwares están transformado los procesos de producción y la tecnología digital se ha extendido a casi todos mercados, incluidas líneas de servicios financieros digitales para personas en situación de vulnerabilidad económica.

Datos médicos y genéticos, datos financieros, datos del tiempo, de geo-referenciación son utilizados en nuevos descubrimientos científicos, en intervenciones de política pública como así también por las empresas para diferenciar los servicios y productos que venden. El uso de inteligencia artificial está cada vez más extendido. Más aun, la disminución de costos en las tecnologías tendrá efectos en la competitividad y la producción, especialmente en aquellas empresas que, en la cadena de valor global, no puedan mantenerse tecnológicamente competitivas.

La importancia de los datos y su uso está cambiando la naturaleza de la competencia, situación que obliga a los estados nacionales a adecuar los marcos legales de defensa de la competencia y protección de los consumidores. Asimismo, el uso de datos y la diseminación de información en las redes impactan en el ejercicio de los derechos humanos, políticos y civiles.

Las TD constituyen una herramienta útil para el logro de la Agenda de Desarrollo Sostenible: contribuyen, por ejemplo, a enfrentar los desafíos en materia de sostenibilidad ambiental, a prevenir y combatir las enfermedades, la inseguridad y el ciber-crimen y son claves para ampliar el acceso a la educación, fortalecer la democracia, promover el acceso a la información pública y la rendición de cuentas. Sin embargo, su inescrupulosa utilización puede generar impactos negativos. La necesidad de acuerdos internacionales y legislación nacional que regule la utilización de datos y el flujo de información es cada día más evidente.

Ejemplos de ello son los acuerdos internacionales sobre comercio digital que tendrán un impacto en la actividad en internet y en las aplicaciones de celulares, a saber: el Acuerdo Japón – EEUU y el Acuerdo entre la Comisión Europea con Google, Twitter y Facebook para introducir cambios en los términos y condiciones de funcionamiento compatibles con la normativa europea en 2018. Este último fue un hecho sin precedentes y significo un primer paso para la regulación de las plataformas de intermediarios y la protección de sus usuarios.

Asimismo, la necesidad de analizar el comportamiento de las grandes plataformas de internet y su impacto sobre la libertad de expresión y la deliberación pública ha quedado en evidencia en los últimos años. La moderación de contenidos en intermediarios de internet debe ser un objetivo de regulación y/o auto regulación que incluyan la desinformación, las restricciones de las grandes plataformas a la libertad de expresión y la deliberación publica en internet; los impactos económicos sobre la diversidad del periodismo y medios de comunicación y, finalmente a las tensiones sobre la gobernanza democrática de los nuevos espacios públicos de las sociedades modernas.

Es por ello que las Naciones Unidas impulsan la acción colectiva considerando que los avances tecnológicos deben respetar los estándares universales de justicia, equidad, ética y derechos humanos, específicamente: “…los mismos derechos que las personas detentan fuera de la web, deben ser protegidos en la web, incluido el derecho a la privacidad.” (Reporte de NNUU por el 75 Aniversario de la Organización).

Es deseable lograr consenso sobre riesgos, oportunidades e impactos de las TD en aspectos centrales del desarrollo humano como lo son la educación, el empleo, los salarios y la distribución del ingreso. Considerando la diversidad legislativa, la fragmentación regulatoria y los distintos principios y guías a nivel global, es imperativa la cooperación internacional para definir estándares en el manejo de los datos. Estos estándares deben abarcar los procesos de recolección de datos, de verificación, de fuente, de mantenimiento, de propiedad, de control y de seguridad, entre otros. Aprovechar las oportunidades que brindan las tecnologías digitales y protegernos de sus peligros es una de las 10 prioridades de NNUU para el año 2021.

Inclusión digital y desarrollo humano

La creación y uso de las TD a nivel global y los ritmos de avances son desiguales. Basta observar el siguiente mapa que clasifica los países en: líderes, seguidores en producción de TD, seguidores en uso de TD, últimos países que ingresan como productores, últimos países que ingresan como usuarios y el resto del mundo, para advertir las desigualdades globales:

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Respecto al uso de TD y la inclusión en la región de Latinoamérica y El Caribe (LAC) cade destacar que, a pesar de los importantes avances para expandir la cobertura de banda ancha en la región y la creciente omnipresencia de los teléfonos celulares, el uso de la TD como un elemento de inclusión y bienestar aún permanece fuera del alcance de vastas mayorías de la población, debido al acceso limitado a las herramientas, al conocimiento y a las oportunidades.

El siguiente gráfico visualiza los procesos de digitalización en forma de una pirámide invertida, donde millones de personas quedan atrás en cada escalón [1]:

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Cabe señalar que la desigualdad en materia de inclusión digital persiste no solo en la región de LAC sino al interior de los países. Si bien el acceso a tecnologías básicas y a la propiedad de teléfonos celulares (más del 84% de los hab. de LAC) es importante, ambos elementos son insuficientes para garantizar que una persona pueda trabajar o educarse de manera remota.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el impacto económico de la pandemia del COVID19 forzó a muchas personas a suspender suscripciones de servicios digitales y, por primera vez en la historia, las suscripciones de celulares cayeron de 103 c/100 habitantes en 2019 a 99 c/100 habitantes en 2020.

De modo que si bien el 84% de personas en LAC son dueños de teléfonos celulares solo el 69% reporta el uso de internet. Desde esta perspectiva el acceso a las TD es muy desigual.

Mas aun, en términos de inclusión y desarrollo humano, un factor clave es identificar para que usan internet las personas: lo hacen para comunicarse, para educarse, para trabajar?

Si se toma en cuenta el índice de “resiliencia digital en el hogar” elaborado por la Corporación Andina de Fomento, se advierte que el uso de internet en la región, como herramienta virtual para llevar adelante actividades esenciales, es aún limitado en LAC.

Dicho índice combina 4 indicadores en el cálculo de la “resiliencia digital”: descarga de aplicativos de salud, descarga de aplicativos educativos, densidad de plataformas tecnológicas financieras e intensidad del comercio electrónico. Estos indicadores son un proxy para estimar hasta qué punto la población de un país esta digitalmente preparada para quedarse en sus hogares en tiempos de restricciones ambulatorias.

Si bien la digitalización debe ser universal en el acceso y uso de internet, estas condiciones son insuficientes en términos de desarrollo inclusivo pues es necesaria la transformación de la fuerza laboral, incluyendo entre otros, entrenamientos y educación en materia digital. En LAC la proporción promedio de trabajos que pueden llevarse adelante de manera digital desde los hogares es solo del 20% (López Calva, 2021).

Datos de Argentina

Los datos de Argentina presentan desafíos comunes a la región de LAC. Los gráficos siguientes muestran la tarea pendiente en términos de inclusión digital cuyo objetivo último es que las TD sean verdaderas herramientas de bienestar de todas las personas (Inclusión Digital y Desarrollo Humano PNUD 2020).

Así, por ejemplo, la población con acceso a banda ancha no llega al 20%:

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El siguiente gráfico vincula ingresos y acceso a celulares y computadoras en el hogar. Adviértase que el quintil con ingresos más bajos no llega al 80% de acceso a celulares ni al 25% de acceso a computadores en los hogares mientras que en el quintil de ingresos más altos en ambos supuestos se llega al 100%.

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Finalmente, el gráfico siguiente es elocuente en materia de brecha digital y teletrabajo considerando además las variables de ingreso, educación y género:

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Conclusiones

Las tecnologías digitales son herramientas que contribuyen a la generación de riqueza y pueden aportar a la mejora de la calidad de vida de las personas.

El estado tiene un rol importante para garantizar el ejercicio de derechos -incluido el derecho a la privacidad-, para promover la igualdad de oportunidades en el acceso y disminuir la brecha digital al interior de sus jurisdicciones.

Sin embargo el mayor desafío es lograr una efectiva cooperación internacional en materia digital que garantice un espacio digital global abierto, libre y seguro.


Las opiniones vertidas en este articulo son personales y no representan las del PNUD ni las de los miembros de su Junta Ejecutiva.

Nota

[1] Luis Felipe López Calva. UN Assistant Secretary-General and UNDP Regional Director for Latin America and the Caribbean. Documento accesible en: «You are on Mute”: Why internet access is not enough for ensuring inclusive digitalization in Latin America and the Caribbean (undp.org).