¿Qué sabemos de los shocks sectoriales del COVID y cómo afecta la “receta” de política económica?

Imprimir

Por Fernando Navajas (FIEL-UNLP-ANCE)

Hace 40 años este mes fui a recibir una beca de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires para poder financiar mis estudios en el exterior. Me la había otorgado un jurado integrado por Vicente Vázquez-Presedo, cuyo nombre lleva el Instituto de Economía Aplicada de la ANCE que el destino me llevó a dirigir tres décadas más tarde. En esa reunión el entonces presidente de la Bolsa me dijo amablemente que estaba bien que me fuera a estudiar economía a Oxford, pero que para él “ya lo había dicho casi todo Adam Smith” y que las recetas de política económica valían siempre, sin importar el contexto. Yo agradecí la beca, pero respondí que la economía y la ciencia económica eran evolutivas por naturaleza y que las mejores respuestas de política económica no eran siempre las mismas, más bien dependían mucho del contexto y la naturaleza de los shocks.

La esencia de ese intercambio vuelve a escena hoy, por su importancia en el debate del COVID más allá de la emergencia por la que vamos a transitar ahora. De ahí el tema de esta nota ¿Qué sabemos de los shocks sectoriales del COVID y cómo ello afecta las acciones o dirección deseada de política económica? Una parte de esta pregunta la hemos estado desarrollando con varios colegas (Ahumada et al, 2021) en un documento de trabajo reciente que formó parte del backstage de un capítulo del reciente Macro Report 2021 del BID (Cavallo and Powell, 2021)

El shock del COVID-19 ha sido inicialmente estudiado buscando la separación de shocks de demanda y shocks de oferta y algunos trabajos encontraron que han sido predominantemente del lado de la oferta (Brinca et al, 2020), debido a la reducción de movilidad obligatoria o voluntaria. Esto no quita que haya de todos modos una parte de shocks de demanda agregada directos o que se trasladen de la oferta hacia la demanda. Muchas de las políticas implementadas en varios países, incluyendo a los EEUU, han buscado hacer transferencias a los hogares. Pero si los shocks operan por el lado de la oferta estas transferencias pueden ser menos efectivas y una parte significativa se va al ahorro en el momento en que los hogares, en particular aquellos que no son de bajos ingresos o no sufren restricciones de liquidez, justo están aumentando el ahorro. Si los shocks dominantes son de oferta ellos ocurren como si existiera un repentino shock negativo en la productividad, con efectos de frenazo a la Guillermo Calvo, pero del lado real (Calvo et al, 2006). En el trabajo de referencia nosotros usamos una base de datos (KLEMS) global y sectorial de contabilidad del crecimiento, estudiando dos décadas de shocks sectoriales y encontramos una forma de representar los shocks del COVID que indican que los mismos están concentrados en los sectores de comercio, hoteles y restaurantes, la construcción y la industria manufacturera. Un ejercicio plausible de simulación indica que América Latina en promedio puede haber sufrido en 2020 un shock de productividad equivalente al 5% que fue 50% superior al experimentado por los países avanzados. El comercio y la construcción, que son sectores con mayor mano de obra formal e informal no solo sufren el shock sino que trasladan el mismo a otros sectores. Por otro lado, sectores más capital intensivos como los servicios de infraestructura (electricidad y comunicaciones), la minería y los hidrocarburos y las actividades financieras han sufrido mucho menos o casi nada.

Una forma de pensar el antídoto frente a los shocks sectoriales del COVID es buscar cómo neutralizar sus efectos. Nosotros vemos la neutralización de un shock en la productividad como aquello que permite que esa caída sea menor o se compense y estudiamos una en particular, que se refiere a la mejora de la productividad de servicios de infraestructura, como el transporte y las comunicaciones, que impactan sobretodo en el comercio. Para ello usamos un modelo que estima shocks de productividad de infraestructura sobre la productividad sectorial (Ahumada y Navajas, 2019). Pero lo que nosotros encontramos es que se requiere mucho esfuerzo de inversión y mejora en infraestructura para neutralizar la caída de productividad en el comercio que registra el COVID.  Hay que pegar un salto muy superior a los aumentos registrados en las últimas décadas y eso requiere políticas efectivas y selectivas.

¿Qué consecuencias tienen estos resultados para el debate de corto plazo en la Argentina? En primer lugar, alertan sobre el peligro de cerrar drásticamente actividades, en particular la construcción, que han tenido efectos significativos en la recuperación reciente, algo que se ha reconocido sólo parcialmente en los últimos anuncios. Cerrar la construcción tiene consecuencias reales y también financieras o cambiarias en el corto plazo. En segundo lugar, se requiere que se establezcan acciones dirigidas a lograr impulsos o mejoras de productividad en la infraestructura de servicios, es decir mejorar sustancialmente el “compacto regulatorio” detrás de la infraestructura. Esto es algo que, sin duda, ha venido operando al revés. En tercer lugar, y de la mano de pensar los cambios organizativos y sus implicancias en el empleo que va a estar teniendo el post COVID y la reasignación de empleo dentro del sector de servicios, se requieren políticas muy pro-empleo en materia de regulaciones e impuestos, que vayan de la mano de mejorar el capital humano laboral, algo que hoy también patea en contra. Evitar cerrar demasiado sectores críticos como la construcción, mejorar el compacto regulatorio pro inversión e innovación en la infraestructura de soporte a las actividades comerciales y repensar el mercado laboral y en la formación de capital humano en los servicios son elementos a poner arriba de la mesa para interpelar al FMI sobre políticas estructurales que sean pro crecimiento, ayuden a cambiar expectativas y acompañen una consolidación fiscal no contractiva. Estas acciones mencionadas no son direcciones de políticas que sirvan en cualquier circunstancia, sino que sirven particularmente ahora, debido a la naturaleza de los shocks que estamos sufriendo. Las recetas de política económica no son siempre las mismas, para desgracia de los dogmáticos, sino que dependen del origen y tipo de shocks que la economía enfrenta.

Referencias

Ahumada H., E. Cavallo, S. Espina-Mairal and F. Navajas (2021), “Sectoral productivity growth, COVID-19 shocks and Infrastructure”, mimeo, March 15.

Ahumada H. and F. Navajas (2019), “Productivity Growth and Infrastructure-related Sectors”, Dynamic Econometrics Conference, Nuffield College, Oxford, September.
http://www.fiel.org/publicaciones/Novedades/NEWS_1570053025139.pdf

Brinca, P.; J. Duarte, and M. Faria-e-Castro (2020a) “Measuring Sectoral Supply and Demand Shocks during COVID-19.” Working Paper 2020-011B, Federal Reserve Bank of St. Louis.

Calvo, G. A. Izquierdo, and E. Talvi (2006). «Sudden Stops and Phoenix Miracles in Emerging Markets.» American Economic Review, 96, pp. 405-410.

Cavallo E. and A. Powell (2021), “Opportunities for stronger and sustainable postpandemic growth. 2021 Latin American and Caribbean Macroeconomic Report.”, Washington DC: Inter American Development Bank. March.