Reflexiones macroeconómicas preelectorales

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Por Adolfo Sturzenegger (FCE-UNLP)

Es conocido que nuestra evolución macroeconómica es muy problemática desde 2012. Desde entonces al país transita con inflación alta, con estancamiento en su PBI, y con caídas en su PBI por habitante. O sea, que el país transita una definida y persistente senda estanflacionaria.

Como consecuencia de la corrida cambiaria y de las políticas anticorrida (acuerdo con el FMI, restricción fiscal y restricción monetaria), del segundo semestre del año pasado, esa senda se acentuó. La actividad económica baja en los últimos cuatro trimestres, y en marzo se situó interanualmente en un 6,9 menor. Pero tan preocupante como ello es que, a pesar de tan fuerte recesión, la inflación se ha elevado en los últimos 12 meses. Mientras en abril del año pasado interanualmente era de 25,5%, en el reciente abril fue de 55,8%. Es que nuestro proceso inflacionario está plagado de inercias donde los principales precios inerciales (tipo de cambio, salarios, tasas de interés, tarifas públicas, impuestos, combustibles y otros) están permanentemente subiendo. Estas circunstancias indican que nuestro proceso inflacionario se ha inmunizado peligrosamente de posibles correcciones vía recesión o restricciones monetarias.

En esos doce meses, a medida que la actividad caía y que la inflación aumentaba, se generaba un persistente deterioro en las posibilidades electorales del actual gobierno.

Las recientes medidas del gobierno

Ante tales caídas económicas y electorales, el gobierno reaccionó hacia la segunda mitad de abril con algunos cambios en su política económica. Fue una reacción limitada. El único avance importante se dio en lo cambiario. Se logró moderar el fuerte riesgo devaluatorio existente al reducir el carácter flotante del tipo de cambio. Las expectativas de devaluación se moderaron al darle un carácter más fijo a la relación cambiaria en virtud de eliminar la “zona de no intervención” y de hacer conocer la posibilidad de intervención discrecional del Banco Central para apoyar el peso ante “movimientos disruptivos” del dólar. Todo esto con el visto bueno del FMI.

En cuanto a lo inflacionario algo se avanzó al congelar temporariamente los niveles de algunas tarifas de servicios públicos. Nada más. El acuerdo de precios con grandes empresas es irrelevante. En cuanto a los niveles de actividad, nada mayormente importante.

El primer impacto de las medidas ha sido positivo. Se ha obtenido una calma cambiaria que lleva ya un mes largo. El valor nominal del dólar se ha estabilizado, lográndose al mismo tiempo interrumpir el ascenso de las tasas de interés. De hecho, se ha conseguido una leve reducción en las mismas. Estos impactos han desacelerado la inflación como lo han reflejado los datos de mayo. También han repercutido favorablemente en cuanto a moderar bajas adicionales en los niveles de actividad y empleo, en particular al moderar la Formación de Activos Externos (FAE), i.e. salida de capitales, y al posibilitar esa leve reducción en las tasas de interés.

Se ha indicado que la reacción que intentó el gobierno fue limitada, implicando que debió haber sido más fuerte y más decidida. ¿Qué es lo que se quiere decir con esto?

La propuesta de dos shocks de cambios preelectorales en la política económica.

El pasado mes de marzo presenté en la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE), un trabajo [1] donde se trataban los principales problemas de la actual coyuntura macroeconómica, así como una propuesta de rediseño preelectoral de la política económica sobre la base de aplicar dos shocks: uno estabilizador, y el otro de desplazamiento positivo de la oferta agregada.

El shock estabilizador se diseñó en base a una selección, adaptada a nuestra situación macroeconómica actual, de diferentes instrumentos utilizados en tres importantes experiencias de estabilización de shock: el Austral (junio 1985), la Convertibilidad (abril 1991), y el Real (julio 1994). Las tres tuvieron un impresionante éxito de corto plazo para estabilizar los precios [2].

Cuatro ideas de esa propuesta de shock estabilizador son las siguientes: a. Tener un objetivo de gran magnitud: inflación baja en plazos cortos; b. Quebrar de cuajo las grandes inercias inflacionarias: se congelan por un año el tipo de cambio, los impuestos, las tarifas de los servicios públicos, los combustibles, y cualquier otro precio incidido de alguna forma por alguna intervención estatal de cualquier jurisdicción; c. Concretar una coordinación de los salarios registrados para lograr variaciones limitadas o nulas por un año; d. Dar plena libertad de precios de bienes y servicios privados, de salarios no registrado, y de tasas de interés.

En cuanto al shock positivo de oferta agregada, la idea básica es la de una reducción significativa de los impuestos que soporta la actividad privada. La reducción tributaria, al generar presiones deflacionarias, apoyaría el éxito del shock estabilizador.

Si se comparan las recientes medidas del gobierno, con el shock estabilizador que proponíamos,  es increíble que el gobierno no haya avanzado más. En cuanto al objetivo a obtener en la lucha por estabilizar, mientras con esas medidas se pretende bajar la inflación a través de un largo, gradual y azaroso camino, en ese shock el objetivo es terminar con la inflación en forma rápida.

En cuanto a cómo lograr la desinflación, las diferencias son enormes. Las medidas atacan las grandes inercias inflacionarias con gran timidez. Como se indicó, avanzan algo cuando abandonan el esquema cambiario de flotación cuasi limpia y se acercan a un esquema bastante menos flotante. También existe algún avance al congelar temporariamente algunas tarifas. El shock estabilizador es definidamente más contundente: tipo de cambio, impuestos, tarifas, combustibles, y todo otro tipo de precios “públicos”, quedan fijados por un año o reducidos. Además, se coordinan las variaciones de los salarios registrados.

Es difícil de entender porque las medidas se quedaron a mitad de camino en la cuestión cambiaria. El avance que se concretó, en la dirección correcta hacia un tipo de cambio menos flotante, como se indicó, logró calma cambiaria. Esta calma fue acompañada, a su vez, por una leve baja en las tasas de interés. Es indudable que ese esquema ha moderado la salida de capitales, y con ello ha colaborado en no acentuar la recesión.

¿Por qué no se fijó temporariamente el tipo de cambio? Suele aceptarse que la flotación tiende a moderar y a acortar las corridas cambiarias. Esto puede ser válido cuando se trata de enfrentar una corrida ya activa. Pero no parece serlo cuando de lo que se trata es de actuar preventivamente para evitar que una corrida se active. Estamos convencidos qué si se hubiera avanzado un paso más, la calma cambiaria hubiera sido decididamente mayor, lo que hubiera posibilitado importantes descensos en las tasas reales de interés, esencial para moderar la recesión. Si se convenció al Fondo de la conveniencia de abandonar temporariamente el esquema de flotación cuasi limpia, también se lo hubiera convencido de dar ese crucial paso adicional.

Si se comparan ahora las medidas tomadas por el gobierno con el shock de oferta agregada propuesto, las diferencias son absolutas. En esas medidas apenas aparece un congelamiento temporario de algunos niveles tarifarios. En lo propuesto se aconseja concretar una amplia reducción de impuestos en todos los niveles jurisdiccionales, aunque reconociendo que la definición de esa reducción, es una tarea legal y técnicamente compleja.

El shock propuesto de oferta agregada es una forma de “ajuste fiscal”. Se ha demostrado que los ajustes fiscales concretados en bajar los gastos públicos son superiores a aquellos que consisten en aumentar los impuestos. A su vez, ante situaciones de elevado déficit fiscal se considera superior que haya impuestos altos y déficits bajos, y no a la inversa. Sin embargo, para que efectivamente sea superior se debe cumplir la condición que el nivel de los impuestos no sea excesivo. Si lo es, un ajuste fiscal basado en impuestos más bajos puede resultar superior a otro con impuestos más altos. Este es el fundamento principal de nuestra propuesta del shock positivo de oferta agregada.

En distintos momentos, antes y después de mi presentación del citado trabajo en ANCE, he discutido con funcionarios del gobierno la posibilidad de rediseño de la política económica preelectoral en línea con lo propuesto. Sin duda que, en términos de avanzar hasta el final del camino, no he tenido éxito.

Tres escenarios preelectorales posibles

El trabajo referido, como su título lo indica, analiza la “coyuntura macroeconómica preelectoral”. En lo que sigue retomo ese análisis, presentando la cuestión en términos de tres posibles escenarios preelectorales. En los dos primeros se supone que no hay nuevos cambios importantes en la política económica antes de las elecciones. En el tercero, se asume que se introducen cambios en la dirección de los dos shocks propuestos en nuestro trabajo.

  • Escenario 1. En esta alternativa se supone que la calma cambiaria vigente, con sus más y sus menos, se mantiene. Esto tiene consecuencias económicas y políticas. En lo primero, implica que las caídas en los niveles de actividad y empleo se moderan, ya que esa calma avala moderación en la salida de capitales y en la no necesidad de nuevas subas en las tasas de interés. En cuanto a lo inflacionario también hay un escenario de moderación: inflación alta pero en suave descenso.

En lo político implica que el riesgo de futuros gobiernos populistas se reduce, mejorando la perspectiva electoral del gobierno. Sin embargo, esto no implica un panorama electoral fácil para el gobierno. La inflación, aunque sin aceleración, continuando en un nivel alto cercano al 3,0% mensual. La actividad y el empleo, a salvo el sector agropecuario, y algún otro, en niveles muy bajos y sin subas intermensuales.

  • Escenario 2. En esta alternativa por diferentes razones como, incertidumbre política, continuidad de la recesión, continuidad de inflación alta, muy alta tasa riesgo país, u otras, la calma cambiaria se interrumpe. El dólar se desliza hacia arriba aun con intervenciones crecientes del Banco Central. Desde aquí varias retroalimentaciones viciosas se activan. Las tasas de interés suben acentuando la recesión, ya impulsada por la mayor salida de capitales. La inflación se acelera acentuando la incertidumbre política. Más recesión, más inflación y más incertidumbre electoral, retroalimentan negativamente la intranquilidad cambiaria y los riesgos devaluatorios.

Es indudable que en este escenario, la situación electoral del gobierno se hace, a su vez, muy difícil.

  • Escenario 3. En esta alternativa el gobierno decide preelectoralmente introducir cambios en la política económica dirigidos a que diferentes aspectos de los dos shocks propuestos, se concreten sin limitaciones.

En el trabajo citado, se explican cómo se estarían dando hoy 4 condiciones propicias para concretar el shock estabilizador. Ellas son:

  • Precios relativos inerciales (tipo de cambio real, salarios reales, etc.), razonablemente bien alineados [3].
  • Calma cambiaria inicial.
  • Fuerte recesión.
  • Impuestos hoy excesivos, con lo cual su reducción es conveniente, y esta ayudaría al éxito del esfuerzo estabilizador.

En este escenario, de poder concretar creíblemente el shock estabilizador, las consecuencias positivas pueden ser enormes. El riesgo devaluatorio y la salida de capitales, deberían caer. Con ello la tasa de interés tendería a reducirse significativamente. Las expectativas de inflación, y la propia tasa de inflación, deberían caer con rapidez. Esto reforzaría la reducción de tasas de interés. La actividad económica mejoraría y las incertidumbres políticas se reducirían.

¿Se pueden asignar probabilidades a esos escenarios? No lo creo, al menos cuantitativamente. En un sentido cualitativo me permito comentar sólo lo siguiente.

Creo que el escenario 3 tiene baja probabilidad. El gobierno ha mostrado baja disposición a introducir cambios importantes en su política económica. Además, tal vez entienda que, ante el escaso tiempo preelectoral, no es conveniente hacerlo, o que, en todo caso, se debe pensar en tales posibilidades para después de las elecciones.

Creo que son los dos primeros escenarios los de alta probabilidad de ocurrencia. ¿Cuál de los dos tiene mayor probabilidad? No lo sé. Dejemos que los próximos 5 meses lo diluciden.

Notas

[1] Sturzenegger, A. Argentina: coyuntura macroeconómica preelectoral. Problemas y Propuestas.   https://anceargentina.org/site/trabajos/Presentacion_Sturzenegger.pdf

[2] Por ejemplo, en el caso del Real mientras en mayo 94 la inflación mensual en Brasil fue de 48,24% en julio 94 fue de 1,85% mensual.

[3] Ver trabajo citado.