Un tema de economía pública importante y olvidado (¿quién paga?)

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Por Alberto Porto (ANCE-UNLP)

En el debate político, y también en el académico, es usual encontrar diagnósticos en distintos campos de la vida económica y social que terminan con propuestas de políticas públicas consistentes en otorgar distintos tipos de subsidios y beneficios a personas, regiones y sectores, por una variedad de razones todas, o gran parte de ellas, muy justificadas.

La mayoría, ya sea que se presenten en forma rudimentaria o con buen ropaje académico, son incompletas y pueden crear la falsa imagen, muy extendida en la Argentina, de que todos los “males” económicos y sociales los arregla “la mano visible del gobierno” con subsidios, o sea, a través del gasto público.

En una lección de economía pública el maestro Richard Musgrave (1910-1927) enseña que “… cualquier teoría y política de finanzas públicas significativa debe considerar las cuestiones que surgen de los dos lados del presupuesto”. El financiamiento de los subsidios es un tema de gran relevancia que no puede ser omitido en los estudios. Los subsidios no son un “mana” de modo que su financiamiento debe ser agregado al análisis. Como expresa Musgrave. “Este es, en realidad, el principio central desde el punto de vista de las finanzas públicas”.

No vale tampoco recurrir a la solución fácil de omitir el tratamiento significativo del tema agregando un párrafo sobre que es necesario recurrir a impuestos progresivos, o impuestos a las empresas (olvidando que todos los impuestos inciden sobre las personas, no sobre las empresas), o sobre los ricos, o propuestas vacías similares. En este aspecto también la economía pública tiene enseñanzas importantes. Una es que todos los impuestos que brindan recaudación significativa son distorsionantes, o sea, originan costos más altos que los montos que los contribuyentes pagan a las agencias recaudadoras (entre otros, los costos de la administración tributaria, los costos para los contribuyentes de preparar la información y recurrir al asesoramiento impositivo, los impactos sobre las decisiones de consumo, producción e inversión). Otra es, como expresa Feldstein (1997) que hay muchos temas fascinantes en finanzas públicas, tanto teóricos como empíricos, pero ninguno tan importante como medir los efectos de los cambios en las alícuotas de los impuestos y en el costo de la recaudación.

Es necesario volver a Fray Luca Pacioli (1445-1557) que definió las reglas del “principio matemático de la partida doble”:

“1. No hay deudor sin acreedor; 2. La suma que se adeuda a una o varias cuentas ha de ser igual a lo que se abona; 3. Todo el que recibe debe a la persona que da o entrega; 4. Todo valor que ingresa es deudor y todo valor que sale es acreedor; 5. Toda pérdida es deudora y toda ganancia acreedora”.

En nuestro caso, todo beneficio de un gasto implica un costo que hay que financiar. No omitirlo.

Referencias

Feldstein, M. (1997): “How big should government be?”, National Tax Journal, No 2, June.

Musgrave, R. (1964), “Estimating the distribution of the tax burden”, in Clark, C. and G. Stuvel (eds), Income redistribution and the statistical foundations of economic policy, income and wealth, Bowes and Bowes, Cambridge.