Cuidemos nuestra casa: Rumbo a Katowice

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Por Alieto Aldo Guadagni
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

En diciembre de este año tendrá lugar la cumbre ambiental mundial en Katowice (Polonia), denominada COP-24; se trata de la conferencia de las partes nacionales firmantes de la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (CMNUCC), que ya abarca casi 200 naciones. En 1992 se aprobó esta CMNUCC, cuando las naciones firmantes expresaron su preocupación porque: “Las actividades humanas han ido aumentando sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, y porque ese aumento intensifica el efecto invernadero natural, lo cual dará como resultado, en promedio, un calentamiento adicional de la superficie y la atmósfera de la Tierra y puede afectar adversamente a los ecosistemas naturales y a la humanidad”. La primer COP se llevó a cabo en Berlín en 1995, la COP 23 ha sido la última y tuvo lugar en Bonn en noviembre del 2017.

Las evidencias científicas son contundentes, ya no hay dudas que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta. Estas emisiones son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la deforestación. No es sorpresa que estos fenómenos están ocurriendo, basta señalar que durante el siglo XX el PBI mundial se multiplicó nada menos que 19 veces. La producción de bienes y servicios en el último siglo fue mayor a toda la producción acumulada desde el inicio de la presencia humana en la Tierra hasta fines del siglo XIX. En los primeros 18 siglos de nuestra era, es decir hasta la Revolución Industrial, la población aumentó al modesto ritmo de 420 mil personas por año. El aumento anual de la población hoy es de 53 millones por año, es decir 126 veces más. Todo esto ha contribuido a un acelerado incremento en la utilización de fuentes fósiles de energía, generadoras de emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes.

Esta amenaza ambiental de carácter global no se solucionará simplemente por el agotamiento de las reservas de recursos fósiles. Nunca hubo en el planeta tanto petróleo y gas como hoy, basta decir que las reservas petroleras en 1980 apenas cubrían 30 años de consumo, mientras que hoy cubren 51 años. En el caso del gas tenemos reservas por 52 años de consumo y en carbón las reservas holgadamente cubren 153 años. Estas reservas comprobadas vienen aumentando más que el consumo desde 1980, impulsadas por los avances tecnológicos en la prospección y desarrollo de nuevos yacimientos, más la aparición en la última década de los recursos no-convencionales. La utilización plena de estos recursos fósiles, ya contabilizados financieramente en los balances de las empresas titulares de las áreas de explotación, no es compatible con la meta de no cruzar la barrera de un aumento de 2 grados centígrados. Respetar los límites impuestos por el riesgo del cambio climático exigirá renunciar a utilizar la totalidad de las reservas comprobadas.

Es grave que el CO2 acumulado en la atmósfera que rodea nuestro planeta, según el Observatorio de los Estados Unidos en Mauna Loa (Hawai), ya llegó a 412 ppmes es decir un 28 por ciento mayor al nivel de mediados el siglo XX, acercándonos así a la magnitud de 450 ppm, barrera critica que no debe ser cruzada si queremos evitar un peligroso calentamiento de nuestra Tierra.

Los daños ambientales, como incendios, temporales, inundaciones y sequías, cada vez son más frecuentes incluso en nuestro país, afectando a las personas y la actividad económica, especialmente la agropecuaria. Para tener una idea de la gravedad de las emisiones anuales contaminantes, basta decir que hoy son un 130 por ciento mayores a las del año 1971. El consumo creciente de combustibles fósiles juega un papel preponderante en el incremento de este tipo de emisiones, que antes de la Revolución Industrial eran casi nulas. A pesar de estas reuniones anuales de la COP las evidencias indican que las emisiones seguirán aumentando, por ejemplo, el Departamento de Energía de Estados Unidos estima que serán hacia el 2040 un 15 por ciento mayores a las de hoy. La Agencia Internacional de Energía también estima que las emisiones seguirán creciendo.

Las emisiones ya están afectando el nivel de los océanos en todo el planeta; en un reciente informe de Naciones Unidas se señala que el satélite que mide el nivel del mar desde hace 25 años, ya registra importantes aumentos. Diversos estudios indican que si seguimos como hasta ahora, el nivel del mar podría subir hasta 59 cm durante este siglo XXI, amenazando así pobladas comunidades costeras.

En los documentos preparados para la COP-23 se señaló que los compromisos asumidos por las naciones en la COP-21, en Paris en el 2015, exigen que las emisiones deberían ser en el 2030 un 30 por ciento menores a las actuales. Pera las propuestas presentadas por las naciones están lejos de cumplir esta meta ya que, apenas reducen el ritmo anual de crecimiento de las emisiones pero no las abaten como exige la preservación del planeta. Con los planes actuales propuestos por los países no se podrán cumplir los objetivos del Acuerdo de París, ya que tendríamos un aumento de la temperatura mundial de 3 grados con grandes daños, cuando la barrera máxima que no debemos cruzar es de 2 grados.

Es cierto que hay un rápido desarrollo de las energías limpias cuya utilización crecerá más rápido que el resto de las energías, ya que se prevé que hacia el 2035 las energías renovables crecerán nada menos que 300 por ciento sobre el nivel actual, pero lamentablemente con esto solo no alcanza para preservar nuestro planeta, ya que también crecerá (aunque menos) la demanda de combustibles fósiles: 5 por ciento el carbón, 15 por ciento el petróleo y 38 por ciento el gas. Por esta razón las proyecciones energéticas, basadas en un análisis de las decisiones estratégicas en curso en el escenario mundial, indican que dentro de 25 años los humanos estaríamos emitiendo un 15 por ciento más de gases contaminantes que hoy. El crecimiento del consumo energético previsto en las próximas dos décadas, está explicado por el aumento en la población, 1500 millones más de habitantes, y la duplicación del PBI mundial. Este incremento previsto en las emisiones contaminantes pone en riesgo las condiciones climáticas del planeta, ya que si queremos no cruzar la barrera crítica de un aumento de la temperatura que supere los 2 grados centígrados, las emisiones contaminantes deberían caer en las próximas dos décadas un 30 por ciento, no seguir aumentando como ahora estiman tanto la Agencia Internacional de Energía como el Departamento de Energía de los Estados Unidos.

La capacidad futura de desarrollar nuevas tecnologías que permitan “remover” el CO2 que ya está acumulado en el planeta podría llegar a ser en el futuro un elemento crucial para preservar el planeta. Pero la realidad nos indica que aún es una posibilidad remota, con un costo económico por “remover” muy superior al costo que implicarían los esfuerzos por “reducir” directamente las actuales emisiones. La tarea a enfrentar no es fácil, ya que requiere movilizar sin demoras grandes inversiones en infraestructura y en nuevas tecnologías con bajas emisiones de carbono y, al mismo tiempo, avanzar por el sendero de la conservación y la reducción del consumo de combustibles fósiles desarrollando nuevas energías “limpias”.

Es preocupante la negativa actitud de los Estados Unidos, recordemos que cuando asumió Bush la presidencia en el año 2001, inmediatamente negó la ratificación del Protocolo de Kioto, lo mismo acaba de ocurrir ahora con Trump, quien decidió el retiro de los compromisos de París y además anular importantes medidas adoptadas por Obama; tener en cuenta que Estados Unidos es el segundo contaminador mundial, superado únicamente por China.

Reflexiones finales

Enfrentar la amenaza climática exige una solución global, también es evidente que el creciente riesgo causado por más emisiones globales plantea la necesidad de una autoridad global, ya que está comprometido un importante bien común global. Es crucial asegurar que el marco para la acción climática acordado en las COP ofrezca sin demoras un procedimiento eficaz que garantice compromisos climáticos cada vez más exigentes, si queremos que el mundo avance por el sendero de menores emisiones, coherente con el crítico objetivo de 2 grados centígrados.

Para que los acuerdos logrados en las COP preserven nuestro planeta deberemos tener respuesta a dos interrogantes clave: (i) Los países respetaran sus metas de reducción de emisiones prometidas en sus propuestas (ii) Los países estarán también dispuestos a mejorar estas metas prometidas ya que son claramente insuficientes. Esperemos que la voluntad política de cuidar la Tierra para nuestros hijos, quienes nos las han dado en préstamo, pueda expresarse en un gran acuerdo internacional que supere las naturales diferencias políticas., ya que todos vivimos en la misma Casa Común. Esperemos que esto ocurra en Katowice en el mes de diciembre.