Aumentan las emisiones contaminantes…y los temporales

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Por Alieto Aldo Guadagni
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

En noviembre se realizará en Bonn la reunión de casi 200 naciones, convocadas por las Naciones Unidas para considerar la agenda mundial climática. Se evaluarán los avances registrados desde el Acuerdo de París del 2015, desde ya que no es alentador que el presidente Trump haya decidido no asumir ningún compromiso de reducción de emisiones contaminantes, a pesar de que las evidencias nos indican cada vez la necesidad de actuar sin más demora, y que los Estados Unidos son el segundo contaminador mundial superado únicamente por China. Los recientes desastres ambientales en el Caribe no han significado ninguna sorpresa para la comunidad científica internacional, que hace ya varios años nos viene alertando con mensajes muy claros: hay que reducir el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y controlar la deforestación.

Es ilustrativo que consideremos los últimos datos globales de carácter ambiental. El mes de julio es típicamente el mes más caluroso en todo el planeta, según informa la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), organismo del gobierno norteamericano a cargo de las investigaciones climáticas en los continentes y los mares. Pero lo realmente importante es que en su reciente informe del 17 de agosto la NOAA comunico que el mes de julio del 2017 y del 2016 fueron los dos meses con la temperatura más alta en todo el planeta, desde que se llevan esos registros (año 1880). La temperatura mundial ya se ubica un grado por encima del promedio de la temperatura en el pasado siglo XX. Los últimos 41 meses correspondientes a los meses de julio ya están por encima de este promedio del siglo XX, esto indica que la tendencia al aumento es claramente sostenida y creciente. Este reciente informe de la NOAA también advierte que la superficie de hielo en el Ártico en el mes de julio de este año estuvo un 16,1% por debajo del promedio existente en 1981-2010. Algo similar también viene ocurriendo en la Antártida, donde la superficie cubierta por hielo en el mes de julio fue la mínima desde que se llevan estos registros, además, destaquemos que ya se abrieron grandes grietas con importantes fracturas dando lugar a una gran masa flotante en el mar.

La NOAA también administra el observatorio de Mauna Loa en Hawai, donde se registran las emisiones globales de gases contaminantes, y lo que es muy importante se cuantifica los que están rodeando nuestro planeta. En julio de este año la concentración de gases tipo CO2 ya se ubica en 407 PPM (es decir partes por millón), se trata de una magnitud de muy alto riesgo si deseamos evitar catástrofes como incendios, inundaciones, sequías, desaparición de especies animales y daños a la salud humana.

Existe el compromiso de todas las naciones convocadas por Naciones Unidas de no cruzar la barrera de 450 ppm, si es que se quiere que la temperatura mundial no suba más de 2 grados, lo cual ocasionaría enormes impactos negativos. Entre 1980 y el 2000 la cantidad acumulada de CO2 aumento de 338 a 369, es decir 31 ppm, en la actualidad ya se ubica en 407, es decir peligrosamente aumento 38 ppm. Así nos estamos acercando año a año al límite crítico de 450 ppm. Como se observa ya no queda mucho margen de tiempo para actuar decididamente y con eficacia Si no invertimos decididamente ya a escala global, en una rápida reducción de las emisiones contaminantes con nuevas energías limpias y nuevas tecnologías de mayor eficiencia energética, deberemos invertir en poco tiempo mucho más en adaptación y reparación de los daños en todos los continentes y mares. Mientras más demoremos, mayor será el costo ambiental que muchas naciones en desarrollo no podrán afrontar y en muchos casos ni siquiera será reparable. La Tierra es nuestra única nave para un largo viaje espacial, por eso la tenemos que cuidar.


Nota publicada originalmente en El Cronista el día viernes 15 de septiembre de 2017.