Ecología y medio ambiente en la Encíclica Laudato Si

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Por Alieto Aldo Guadagni
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

El clima es un bien común, de todos y para todos” expresa el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si. Sostiene que “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad”.

No es ninguna sorpresa que estos fenómenos están ocurriendo en nuestro planeta; basta recordar que durante el siglo XX el PBI mundial se multiplicó nada menos que 19 veces. La producción de bienes y servicios en el último siglo fue mayor a toda la producción acumulada desde el inicio de la presencia humana en la Tierra hasta fines del siglo XIX. En los primeros 18 siglos de nuestra era, es decir hasta la Revolución Industrial, la población aumentó al modesto ritmo de 420 mil personas por año. El aumento anual de la población hoy es de 53 millones por año, es decir, nada menos que 126 veces más. Todo esto ha contribuido a un acelerado incremento en la utilización de fuentes fósiles de energía, generadoras de emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes.

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El impacto del cambio climático ha comenzado a sentirse en el planeta con altas temperaturas, tormentas, inundaciones y sequías, por eso ya es el principal problema global que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Las investigaciones científicas señalan que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta y se estima que podría incrementarse en 5°C hacia fines de este siglo. Los países en desarrollo serán los más vulnerables, ya que dependen en mayor proporción de los recursos naturales y muchos están ubicados en zonas tropicales.

Tengamos presente que insistir en el crecimiento económico, un presupuesto requerido para abatir la pobreza, pero con el mismo patrón energético que hasta ahora, aumentará las emisiones contaminantes. La buena noticia es que es falso el aparente dilema entre crecimiento económico futuro y más emisiones, o menos crecimiento económico y menos emisiones contaminantes.

El talento humano está en condiciones de asegurar tecnológicamente un sendero futuro de menos emisiones contaminantes, pero asociado a un sostenido crecimiento económico, algo realmente esencial para abatir la pobreza y la indigencia que siguen abrumando a millones de personas.

Nadie piensa hoy que esta amenaza global se solucionará fácilmente por el mero agotamiento de las reservas de recursos fósiles. Nunca hubo en el planeta tanto petróleo y gas como hoy; baste decir que las reservas petroleras en 1980 apenas cubrían 30 años de consumo, mientras que hoy cubren un consumo de 53 años. En el caso del gas tenemos reservas por 55 años de consumo y en carbón las reservas cubren 110 años del consumo actual. Existen evidencias que indican que la utilización plena de estos recursos fósiles, ya contabilizados financieramente en los balances de las empresas titulares de las áreas de explotación, no sería compatible con la meta propuesta de no cruzar la barrera de un aumento de 2°C. Por este motivo, una firme política de reducción de emisiones contaminantes afectaría sensiblemente el valor financiero de los recursos fósiles ya identificados como reservas.

Es hora de revertir el proceso de “fosilización” de nuestra energía que tanto se impulsó durante la última década. Los combustibles fósiles han cubierto casi totalmente el incremento en la generación eléctrica entre el 2002 y el 2016, ya que la energía hidroeléctrica, nuclear, solar y eólica apenas aportaron un 3 por ciento del incremento de generación eléctrica. En la tabla se observa que el incremento de la generación energética fue en base a combustibles contaminantes,  generando un incremento en las emisiones de CO2 del 278%.

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Es urgente una acción coordinada a nivel mundial

Estamos frente a una amenaza global que exige ser encarada mediante acciones implementadas simultáneamente por todos los países, en el marco de negociaciones internacionales, que definan las medidas que deberán ser ejecutadas en los próximos años. Pero el caso es que estas negociaciones internacionales para mitigar las emisiones de dióxido de carbón y otros gases contaminantes, vienen registrando en los últimos años pocos avances significativos. Anualmente se realizan reuniones de las 195 naciones convocadas por Naciones Unidas, de acuerdo con lo indicado en la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC)”. El calendario más reciente registra las siguientes reuniones: Copenhague (2009), Cancún (2010), Durban (2011), Doha (2012), Varsovia (2013), Lima (2014), París (2015) y Marrakesh (2016). Este año le corresponde a Bonn ser la sede de la reunión anual de los países signatarios de la UNFCCC.

En la reunión celebrada en Paris en diciembre del 2015, las 195 naciones participantes acordaron “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático” (Art.2-a).

Preservar el planeta de los daños del calentamiento, que ya comenzaron a sentirse en nuestro país (ver Vicente Barros, 2012), exigirá un compromiso de toda la humanidad. La meta es exigente, ya que requiere que dentro de 20 años deberíamos estar emitiendo un 30 por ciento menos de CO2 que hoy, esto obligará a la modificación del patrón energético y de reforestación. Como dentro de 20 años la población mundial crecerá en 1400 millones de habitantes y además  el PBI mundial será el doble del actual, se trata de reducir las emisiones contaminantes por unidad de PBI más de un 65 por ciento.

Conclusión

El actual modelo económico, basado en los combustibles fósiles, deberá ser sustituido por otro con nuevas energías limpias, y mayor eficiencia energética. No ha concluido aún la era de los combustibles fósiles, pero hemos comenzado a transitar hacia el fin de esta era, nacida a fines del siglo XVIII.

Gracias a una mayor capacidad de cálculo de las herramientas informáticas y a la disponibilidad de datos climáticos a largo plazo, hoy es posible probar la existencia de vínculos entre el cambio climático provocado por el hombre y muchos fenómenos extremos.

En la reciente encíclica Laudato SI, el Papa nos recuerda la vigencia del mandato bíblico: “Labrar y cuidar el jardín del mundo” (libro del Génesis 2,15). Se trata de “cuidar”, no de degradar nuestro planeta. Es evidente que enfrentar eficazmente la amenaza climática exige una solución global. También es evidente que el creciente riesgo causado por más emisiones globales plantea la urgente necesidad de una autoridad global, ya que está comprometido un importante bien común global. Por esta razón es necesario que las negociaciones internacionales apunten, como propone Stefano Zamagni, a la creación de una Organización Mundial del Ambiente (OMA). Para garantizar la salvaguardia del ambiente en nuestro planeta es urgente que los países acuerden la creación de una autoridad global, que tenga un poder efectivo y cuya legitimidad sea reconocida por todas las naciones.


La presente nota se realizó en base a la exposición realizada por el Doctor Alieto Guadagni en la Congregación para la Educación Católica realizada en la Santa Sede entre el 26 y 27 de junio del 2017.

Para descargar la presentación: CC16 ECOLOGIA Y MEDIO AMBIENTE EN LAUDATO SI