En defensa del planeta

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Por Alieto Aldo Guadagni
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

El año 2016 ha sido el más caluroso desde que se llevan registros (1880); la temperatura global ya se ubica 1,20 grados por encima de fines del siglo XVIII. Al mismo tiempo, las emisiones de CO2 acumuladas en nuestra atmósfera ya superan las 402 partes por millón (ppm), es decir, un 145% por encima del nivel de fines del siglo XVIII. Estas informaciones ayudan a entender qué viene ocurriendo en los glaciares, los Andes, los Alpes, el Ártico, los océanos, a lo que debemos agregar los crecientes desastres climáticos (sequías, inundaciones, incendios) en todo el planeta. Los Pirineos ya han perdido 75% de su superficie desde la década del ochenta.

Estas noticias eran conocidas en el mes de noviembre, cuando deliberaban en Marrakech 198 países, convocados por las Naciones Unidas, para enfrentar el cambio climático. La Argentina hizo un significativo aporte en esta reunión, ya que procedió a mejorar la oferta presentada en la reunión de París en 2015 con una nueva propuesta que ahora apunta a una disminución de las emisiones.

El consenso es hoy claro: las emisiones de CO2 causadas por los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más la deforestación y algunas prácticas agropecuarias, contribuyen al aumento de la temperatura. Desde 1973 las emisiones causadas por los fósiles más que se duplicaron. La reunión de las Naciones Unidas realizada en París en 2015 había fijado como meta no cruzar la barrera de un incremento de la temperatura de dos grados. Esto exigiría reducir las emisiones de los fósiles en los próximos años.

Aún no ha concluido la era de estos fósiles, pero ya hemos comenzado a transitar el fin de esta era, nacida con la Revolución Industrial. Los cambios tecnológicos están abaratando las nuevas energías limpias, desplazando de una manera gradual las energías fósiles. El interrogante es saber si este tránsito hacia las nuevas energías se está haciendo a la velocidad requerida por la preservación de nuestra Tierra. Las emisiones de CO2 por la utilización de fósiles no sólo están aumentando, sino que la tendencia es que sigan aumentando en el futuro, ya que el desarrollo de las energías limpias aún no es lo suficientemente vigoroso como para abatir la utilización de fósiles.

El Departamento de Energía de los Estados Unidos presentó el año pasado sus proyecciones hacia el año 2040, que fueron elaboradas después de la reunión de las Naciones Unidas en París, con estimaciones preocupantes sobre el consumo mundial de energía, ya que nos alertan diciendo que hacia 2040 las emisiones de gases de efecto invernadero por la utilización de fósiles no disminuirá. Se estima que en 2040 estaremos mandando a la atmósfera un 34% más que ahora de estos gases.

Nunca hubo tantas reservas de combustibles fósiles como hoy. Las reservas petroleras cubrían en 1980 30 años de consumo, mientras que en la actualidad, a pesar de que el consumo de petróleo aumentó, cubren nada menos que 53 años. La utilización plena de estas reservas fósiles, ya contabilizadas en los balances empresarios, no es compatible con la meta de no cruzar la barrera del aumento de dos grados fijada en la reunión de París.

Si las reservas de fósiles fueran utilizadas totalmente, en los próximos años se emitirían más de 2,8 trillones de toneladas de CO2, bien por encima del límite de un trillón consistente con la meta de no superar el límite de dos grados de aumento de temperatura. La magnitud de estas reservas plantea un conflicto de intereses, ya que reducir las emisiones para preservar el clima exigiría no utilizar la mayor parte de aquéllas, lo que para sus propietarios representaría un quebranto. Desde ya que pretender preservar las rentas de estas reservas fósiles es incompatible con la reducción de las emisiones contaminantes.

No hubo grandes progresos en la reunión de Marrakech y fue notorio el impacto negativo en las deliberaciones producidas por la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos, ya que fue difícil no tener presentes sus comentarios negativos sobre los esfuerzos para reducir la utilización de combustibles fósiles.

Si Trump, con el apoyo de un Congreso republicano, paraliza las medidas necesarias para reducir las emisiones contaminantes, se agravará la crisis climática global, debido a que en el futuro no será nada fácil recuperar el tiempo perdido por esta gran irresponsabilidad ambiental.